sábado, 17 de octubre de 2009

Las promesas de mi Señor

Las promesas de mi Señor no son para el cielo,
son para que las arrebatemos en esta tierra
porque allá no necesitaremos lo material
porque su presencia será sublime y suficiente.

El nuca demora, siempre actúa en favor de nosotros,
los amados de su corazón
y su favor podemos apreciar
cada día de nuestra vida.

Quien busca su misericordia la halla
y quien espera en El, recibe justa recompensa,
y los santos se regocijan
porque Dios cumple su Palabra Eterna.

Extiende tus manos y adora,
y al hacerlo el las llenará de su Poder
pues la potencia de su Gloria está en ti
para recibir de su mano y comer.

Dios es tu Padre bondadoso
quien sacia tu boca y tus manos de bondad
porque Grande y bueno es
y para siempre es su misericordia.

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