Preciosa mía,
cuando miro hacia tus ojos
encuentro la profundidad de cada noche
y veo en ti cada estrella del firmamento.
No puedo explicar lo que siento
al pensar en tu piel morena
que es como el manto de arena
que cubre la orilla del mar.
Pareciese que cada uno de tus cabellos
hubiese sido colocado con el único fin
que el viento pueda jugar inquieto,
libremente e inundar el ambiente de tu aroma.
No necesito ojos para verte
pues al cerrarlos allí estas tú,
pendiente de mí cada noche,
cada día y atardecer.
Mientras pienso en lo que escribo
me interno en tus pensamientos
y puedo sentir tu inocencia misma
brotando por cada poro de tu cuerpo.
Debo volver a mirar tu fotografía
y saber que eres mi dulce compañía
en una noche como esta
que no deja de saber a soledad.
Tengo tu imagen grabada en la retina
y eso es un regalo que nadie me robará
porque cuando te veo en mi mente cada día
mi alma suspira por ti sin cesar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario