Siempre habrá un último verso
y este es uno de ellos
pues la noche me ha invadido
y mis ojos son como dos camellos
que lentamente caminan por la arena
de nocturno desierto de mi soledad.
Mis ojos han visto la última vigilia
y ahora ya no sé a dónde voy,
o si vengo nuevamente a tu encuentro
esperando leer tus letras
cada una llena de sinceridad.
Por ahora me despido,
pero como buen caballero volveré
pues necesito encontrarle sentido
a la poesía que de tu silueta copiaré.
Gracias mi bella musa,
mi eterna utopía,
que eres tan real
como la noche y el día.
Más tarde te veré
y podré dedicarte palabras de amor
y serán tu refugio y alegría
aún en tiempos de dolor.
Hasta cuándo escribiré?
Hasta el día que me vuelva un escriba,
un loco poeta y salmista
en la Corte celestial allá arriba.
Hasta siempre amada mía,
amiga mía...
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