domingo, 26 de julio de 2009

A solo un segundo

Tras la fatal decisión el hombre se acerca a un puente,
pensando en el desenlace final de su vida,
pues ha perdido algo invaluable,
y de su mano se escapó algo de valor incalculable.

De pie, inerte y sumido en la intensa neblina piensa
confundido por su aparente error en dormir eternamente
porque vivir con la culpa lo atormentaría cada día,
y no sabría cómo volver a sonreír.

Se abalanza sobre la orilla tocando por última vez el borde,
llorando por última vez susurra el nombre de su amada y luego calla;
cuando de pronto escucha en el silencio de la madrugada
y llamándole por su nombre le pide clemencia por su vida;

El cree que su mente le juega una vez más en su contra
y con una lágrima en su mejilla se despide de este mundo,
y detrás de él se escucha amablemente esa tierna voz
que le suplica voltee su mirada.

Ensañado contra él, decide no hacer caso y se lanza
pero una mano fuerte le toma del pecho y le dice:
si tú te vas, déjame ir contigo...
era ella, su amada quien lo salva de la segura muerte.

No te vayas, le dice...quiero estar contigo!
Nunca me perdiste, fui yo quien me aparté por temor
pero me di cuenta que sin tí no hubiese sobrevivido
porque eres la razón de mi vivir.

El la observa absorto y tras un suspiro la abraza
y besa la lágrima que roda en su mejilla,
Estuve a solo un segundo de mi muerte, le dice él.
Cómo me encontraste o sabías lo que hacía?

Ella no cesa de llorar y en un instante le contesta:
Estuviste a solo un segundo de morir
por creer que me había ido y sin tú saber me salvas la vida
pues si no estuvieses aquí yo hubiera saltado desde el otro lado,
una sola calle nos dividía, pero la intensa niebla y el dolor
no permitía vernos, gracias por susurrar mi nombre y darme vida.

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